MCCARTHY Y LA CAZA DE BRUJAS
“La Unión Soviética, perdida su influencia en Europa Occidental, centraba su atención en el Este. Sobre todo, tras el triunfo de Mao en China. Después de la Segunda Guerra Mundial Corea, ocupada durante la guerra por la Unión Soviética y Estados Unidos, fue dividida por el paralelo 38 entre una zona de influencia soviética y otra norteamericana. […] Sin embargo, la Guerra de Corea no tardó en estallar y dominó los últimos días del mandato de Truman. […]
Mientras la tensión con la Unión Soviética crecía, en Estados Unidos la opinión pública se hacía eco del “peligro comunista” llegando a producirse una verdadera persecución de todos los izquierdistas americanos que tanta importancia habían tenido durante la guerra contra el fascismo y el nazismo. En 1947 el presidente Truman abrió una investigación sobre “la lealtad” de los funcionarios federales. Algunos fueron acusados de constituir un “riesgo para la seguridad nacional”. Al mismo tiempo el Congreso inició su propia investigación. El Comité de la Cámara de Representantes sobre Actividades Antiamericanas logró la confesión de algunos ex comunistas acusándose de haber sido agentes de la Internacional Comunista durante la administración Roosevelt. Uno de ellos, Alger Hiss, había sido un alto funcionario del Departamento de Estado. A pesar de negar que hubiera pasado información secreta a Moscú fue condenado. El caso Hiss levantó una verdadera preocupación y fue el caldo de cultivo ideal para el surgimiento de acciones que atentaron contra las libertades básicas.
El Partido Comunista Americano (PCA) y todos sus militantes, muchos de ellos veteranos de la Brigada Lincoln, que había combatido con el resto de las brigadas internacionales en la Guerra Civil española y, también, la mayoría veteranos de la Segunda Guerra Mundial, fueron duramente perseguidos. En 1948 sus dirigentes fueron considerados culpables de tratar de derribar al Gobierno de Estados Unidos. Muchos otros militantes fueron investigados y apartados de sus trabajos y encarcelados.
En 1950 el senador de Wisconsin Joseph R. McCarthy defendió una política que culminó en una auténtica Caza de Brujas. Un gran demagogo, McCarthy obtuvo notoriedad cuando afirmó, en un discurso frente al Club de Mujeres Republicanas, que el Departamento de Estado estaba “todo infestado de comunistas”. “Tengo en mis manos una lista de más de 250 militantes con carné del Partido Comunista que ocupan altos cargos en el Departamento de Estado”, sentenció. Nunca pudo probar sus graves acusaciones, pero durante más de cuatro años muchos norteamericanos fueron perseguidos, acusados, y encarcelados siendo inocentes. En 1953 McCarthy asumió la presidencia de la Subcomisión Permanente de Investigaciones del Senado. Sus acusaciones alcanzaron entonces cotas insospechadas. Acusó al embajador norteamericano en la Unión Soviética; también al Secretario de Marina, Robert T. Stevens, y al Brigadier General, Ralph W. Zwicker. Además consideró que en las bibliotecas norteamericanas, fuera de Estados Unidos, se mostraba una literatura escandalosa al permitir obras de Ernest Hemingway y de John Steinbeck. Y fue excesivo. Numerosos miembros de la clase política americana se revolvieron y pusieron en marcha sus propias investigaciones contra McCarthy. En marzo de 1954, durante la presidencia de Eisenhower, McCarthy fue públicamente desacreditado cuando el Comité de Relaciones Exteriores del Senado afirmó que “sus acusaciones han constituido la peor campaña de verdades a medias y de mentiras de la historia de la república”. Pero el daño para muchos ciudadanos de Estados Unidos, como siempre que se difama, estaba ya hecho.
Durante las elecciones de 1952, tanto la Guerra de Corea como la lucha contra el comunismo fueron temas importantes. La Guerra era cada vez más impopular y el miedo lo dominaba todo. Los republicanos, que habían estado alejados del poder durante más de veinte años, empezaban a ser considerados una alternativa plausible. Además, acertaron al nominar a Dwight D. Eisenhower, héroe de la Segunda Guerra Mundial, y que además quería terminar con la Guerra de Corea. Curiosamente este general, para muchos americanos que le apoyaron, debía suponer un cambio hacia la paz internacional y hacia el final del duro enfrentamiento interno.
Dwight D. Eisenhower había nacido en Texas en el seno de una familia de clase media en 1890. Recibió su formación en West Point transformándose en militar profesional. Dirigió, durante la Segunda Guerra Mundial, a las tropas norteamericanas en la invasión del Norte de África y fue el jefe supremo de las Fuerzas Aliadas destacadas en Europa. Había abandonado durante un corto tiempo el Ejército y fue presidente de la neoyorquina Universidad de Columbia.
Dwight D. Eisenhower y su candidato a la vicepresidencia Richard Nixon ganaron sin problemas al candidato demócrata Adlai L. Stevenson en las elecciones presidenciales de 1952. Stevenson era tildado por sus enemigos de “intelectual” y además consideraban que continuaría con el discurso y la política de Truman. La Guerra de Corea y el comunismo eran términos que los norteamericanos deseaban alejar de sus vidas cotidianas.”
de la Guardia, Carmen, Historia de los Estados Unidos, Punto de Vista Editores, España, 2013, pp. 346-349