LOS FEMINISMOS EN LAS DÉCADAS DEL 60 Y 70
![]() |
7 de setiembre de 1968, un grupo de mujeres decidió protestar y manifestarse a favor de la liberación femenina en el marco de la elección de Miss América en New Jersey |
Friedan, en su también
voluminosa obra, La mística de la feminidad (1963), analizó la profunda
insatisfacción de las mujeres estadounidenses consigo mismas y su vida, y su
traducción en problemas personales y diversas patologías autodestructivas:
ansiedad, depresión, alcoholismo. Sin embargo, el problema es para ella un
problema político: "la mística de la feminidad" —reacción
patriarcal contra el sufragismo y la incorporación de las mujeres a la esfera
pública durante la Segunda Guerra Mundial—, que identifica mujer con madre y
esposa, con lo que cercena toda posibilidad de realización personal y
culpabiliza a todas aquellas que no son felices viviendo solamente para los
demás.
b) Feminismo liberal
Betty Friedan contribuyó a
fundar en 1966 la que ha llegado a ser una de las organizaciones feministas más
poderosas de Estados Unidos, y sin duda la máxima representante del feminismo
liberal, la Organización Nacional para las Mujeres (NOW). El feminismo liberal
se caracteriza por definir la situación de las mujeres como una de desigualdad
—y no de opresión y explotación— y por postular la reforma del sistema hasta
lograr la igualdad entre los sexos. Las liberales comenzaron definiendo el
problema principal de las mujeres como su exclusión de la esfera pública, y
propugnaban reformas relacionadas con la inclusión de las mismas en el mercado
laboral. También desde el principio tuvieron una sección destinada a formar u
promover a las mujeres para ocupar puestos públicos. […]
c) Surgimiento del
feminismo radical: "feministas políticas" y "feministas"
Los sesenta fueron años de
intensa agitación política. Las contradicciones de un sistema que tiene su
legitimación en la universalidad de sus principios, pero que en realidad es
sexista, racista, clasista e imperialista, motivaron a la formación de la
llamada Nueva Izquierda y diversos movimientos sociales radicales como el
movimiento antirracista, el estudiantil, el pacifista y, claro está, el
feminista. La característica distintiva de todos ellos fue su marcado carácter
contracultural: no estaban interesados en la política reformista de los grandes
partidos, sino en forjar nuevas formas de vida —que prefigurasen la utopía
comunitaria de un futuro que divisaban a la vuelta de la esquina— y, cómo no,
al hombre nuevo. Y tal como hemos venido observando hasta ahora a lo largo de
la historia, muchas mujeres entraron a formar parte de este movimiento de
emancipación. En buena medida, la génesis del Movimiento de Liberación de la
Mujer hay que buscarla en su creciente descontento con el papel que jugaban en
aquél. Así describe Robin Morgan lo que fue una experiencia generalizada de
mujeres: "Comoquiera que creíamos estar metidas en la lucha para construir
una nueva sociedad, fue para nosotras un lento despertar y una deprimente
constatación descubrir que realizábamos el mismo trabajo en el movimiento que
fuera de él: pasando a máquina los discursos de los varones, haciendo café pero
no política, siendo auxiliares de los hombres, cuya política, supuestamente,
reemplazaría al viejo orden". De nuevo fue a través del activismo político
junto a los varones, como en su día las sufragistas en la lucha contra el
abolicionismo, como las mujeres tomaron conciencia de la peculiaridad de su
opresión. […]
La primera decisión
política del feminismo fue la de organizarse en forma autónoma, separarse de
los varones, decisión con la que se constituyó el Movimiento de Liberación de
la Mujer. […] si bien todas estaban de acuerdo en la necesidad de separarse de
los varones, disentían respecto a la naturaleza y el fin de la separación. Así
se produjo la primera gran escisión dentro del feminismo radical: la que
dividió a las feministas en "políticas" y "feministas".
Todas ellas forman inicialmente parte del feminismo radical por su posición
antisistema y por su afán de distanciarse del feminismo liberal, pero sus
diferencias son una referencia fundamental para entender el feminismo de la
época. […] Para las "políticas", la opresión de las mujeres deriva
del capitalismo o del Sistema (con mayúsculas), por lo que los grupos de
liberación debían permanecer conectados y comprometidos con el Movimiento; en
realidad, consideraban el feminismo un ala más de la izquierda. Suele
considerarse que, a ellas, a su experiencia y a sus conexiones se debieron
muchos de los éxitos organizativos del feminismo […]
Las "feministas"
se manifestaban contra la subordinación a la izquierda, ya que identificaban a
los varones como los beneficiarios de su dominación. No eran, ni mucho menos,
anti izquierda, pero sí muy críticas con su recalcitrante sexismo […]. Las
interminables y acaloradas discusiones en torno a cuál era la contradicción o
el enemigo principal caracterizaron el desarrollo del neofeminismo no sólo en
Estados Unidos, sino también en Europa y España. La lógica de los debates
siempre ha sido similar: mientras las más feministas pugnaban por hacer
entender a las políticas que la opresión de las mujeres no es solamente una
simple consecuencia del Sistema, sino un sistema específico de dominación en
que la mujer es definida en términos del varón, las políticas no podían dejar
de ver a los varones como víctimas del sistema y de enfatizar el no
enfrentamiento con éstos. […]
d) Feminismo radical
El feminismo radical
norteamericano se desarrolló entre los años 1967 y 1975, y a pesar de la rica
heterogeneidad teórica y práctica de los grupos en que se organizó, parte de
unos planteamientos comunes. Respecto a los fundamentos teóricos, hay que citar
dos obras fundamentales: Política sexual de Kate Millet y La
dialéctica de la sexualidad de Sulamit Firestone, publicadas en el año
1970. Armadas de las herramientas teóricas del marxismo, el psicoanálisis y el
anticolonialismo, estas obras acuñaron conceptos fundamentales para el análisis
feminista como el de patriarcado, género y casta sexual. El patriarcado se
define como un sistema de dominación sexual que se concibe, además, como el
sistema básico de dominación sobre el que se levanta el resto de las
dominaciones, como la de clase y raza. El género expresa la construcción social
de la feminidad y la casta sexual alude a la común experiencia de opresión
vivida por todas las mujeres.
Las radicales
identificaron como centros de la dominación patriarcal esferas de la vida que
hasta entonces se consideraban "privadas". A ellas corresponde el
mérito de haber revolucionado la teoría política al analizar las relaciones de
poder que estructuran la familia y la sexualidad; lo sintetizaron en un slogan:
lo personal es político. Consideraban que los varones, todos los varones y no
sólo una élite, reciben beneficios económicos, sexuales y psicológicos del
sistema patriarcal, pero en general acentuaban la dimensión psicológica de la
opresión.
[…] El activismo de los
grupos radicales fue, en más de un sentido, espectacular. Espectaculares por
multitudinarias fueron las manifestaciones y marchas de mujeres, pero aún más
eran los lúcidos actos de protesta y sabotaje que ponían en evidencia el
carácter de objeto y mercancía de la mujer en el patriarcado. Con actos como la
quema pública de sujetadores y corsés, el sabotaje de comisiones de expertos
sobe el aborto formado por ¡catorce varones y una mujer (monja)!, o la
simbólica negativa de la carismática Ti-Grace Atkinson a dejarse fotografiar en
público al lado de un varón, las radicales consiguieron que la voz del
feminismo entrase en todos y cada uno de los hogares estadounidenses.
Otras actividades no tan espectaculares, pero de consecuencias enormemente beneficiosas para las mujeres, fueron la creación de centros alternativos de ayuda y autoayuda. Las feministas no sólo crearon espacios propios para estudiar y organizarse, sino que desarrollaron una salud y una ginecología no patriarcales, animando a las mujeres a conocer su propio cuerpo. También se fundaron guarderías, centros para mujeres maltratadas, centros de defensa personal y un largo etcétera. Tal y como se desprende de los grupos de autoconciencia, otra característica común de los grupos radicales fue el exigente impulso igualitarista y anti-jerárquico: ninguna mujer está por encima de otra. […]."
De Miguel, Ana, Los feminismos a través de la historia, Mujeres en red. El periódico feminista, en www.nodo50.org/mujeresred, 2011, pp. 21 a 30