LO QUE LEGÓ LA DÉCADA DEL '60
Su fracaso se debió, dijo en 2007 Todd Gitlin, que había sido presidente del SDS, a que en lugar de comprometerse en la lucha política real para contribuir a transformarla, decidieron quedar al margen de ella, defendiendo causas extremas. Lo más que puede decirse en su favor es que, si no lograron destruir la sociedad que combatían, la impregnaron y contribuyeron a transformarla, aunque una buena parte de lo que al principio aparecía como ruptura acabó en muchas ocasiones comercializado por la industria cultural de la propia sociedad burguesa.
Hubo, sin embargo, algunas líneas de cambio, tal vez menos espectaculares, que durarían más y tendrían más trascendencia. Si las nuevas formas de ocio liquidaban las viejas formas de sociabilidad, los movimientos contra la guerra de Vietnam y los antinucleares crearon formas de actuación colectiva que contribuyeron al inicio de nuevas estrategias de expresión de la sociedad civil, que se organizaría al margen de los partidos para reclamar o protestar.
El movimiento a favor del desarme nuclear, en concreto, cobró una extraordinaria fuerza en Europa a partir de la creación en Gran Bretaña, en 1958, de la CND (Campaign for Nuclear Disarmement), que tenía a su frente a personalidades intelectuales de la talla de Bertrand Russell, J.B. Priestley o A.J.P. Taylor, y que consiguió movilizar grandes masas en sus actos, tales como las marchas hacia las instalaciones nucleares de Aldermaston. Las manifestaciones contra la guerra de Irak recuperaron, ya en pleno siglo XXI , la tradición de las grandes movilizaciones antibelicistas de medio siglo antes.
También iba a perdurar el movimiento ecologista, que tuvo su antecedente en la publicación, en 1962, de Silent Spring, el libro en que Rachel Carson, una bióloga que había trabajado en el servicio de pesca y vida salvaje, denunció los daños que producían el DDT y otros pesticidas (Carson, que padecía cáncer de mama, escribió buena parte del libro en su lecho de enferma). Su obra fue atacada violentamente por los científicos al servicio de las grandes empresas químicas, pero su influencia sirvió para que diez años más tarde surgiera el primer partido verde en Nueva Zelanda. En 1992 un grupo prominente de norteamericanos eligió Silent Spring como el libro más influyente de los últimos cincuenta años.
Con la crisis económica y la regresión social de los años setenta, sin embargo, se inició el reflujo y se produjo un súbito retorno a la religión (la afiliación a los Testigos de Jehová aumentó en un 36 por ciento entre 1970 y 1980), a la vez que se elegía, en 1976, al primer presidente evangélico, Jimmy Carter. Pero conquistas como los avances en los derechos civiles en Norteamérica, la mejora de la situación social de las mujeres, por lo menos en el mundo occidental, el nacimiento del ecologismo, sumadas a los cambios en el terreno de las relaciones sexuales y la tolerancia, en este campo, de conductas que eran castigadas en pleno siglo XX con la cárcel, así como la aparición de nuevos movimientos sociales que defendían reivindicaciones y protestas que los partidos políticos no acertaban a expresar, son elementos que permiten considerar que las revoluciones de los años sesenta no fueron totalmente estériles. Lo que explica que, para combatir su herencia, se organizase a partir de los setenta una contrarrevolución conservadora que sigue hoy, casi medio siglo más tarde, en plena vigencia."