LA REVOLUCIÓN EGIPCIA, NASSER Y LA CRISIS DE SUEZ
“[…]
En Egipto, al igual que en el resto de países en las postrimerías de la etapa colonial, ejército tendió a convertirse en una fuerza revolucionaria. Contaba con capacidad de organización, con el sentimiento de agravio hacia un gobierno que le había defraudado en la última guerra, y quizá lo más imperante, con oficiales jóvenes de origen humilde como Nasser, Anwar el-Sadat y Abd al-Hakim Amer, que despreciaban la incompetencia y la corrupción de Faruk. Ellos fueron el germen del movimiento de los Oficiales Libres, que en el verano de 1949 pergeñaba un plan para derrocar al régimen. El momento llegó el 22 de julio de 1952. Tomaron sin mucha resistencia El Cairo y Alejandría; Faruk abdicó en su hijo y huyó por barco al exilio. […] Los norteamericanos aprobaron en un principio el carácter del nuevo régimen; llevaban tiempo buscando líderes que gozaran del apoyo popular en Oriente Próximo y que apoyaran a Occidente en la Guerra Fría. […]
En la primavera de 1954 Egipto ya era una república y Nasser la figura política predominante; a finales de años ya era presidente […]
[…]
El alejamiento de Nasser respecto a Estados Unidos se inició en realidad en 1955, cuando ignoró sus advertencias y participó en la Conferencia de Bandung de los Países no-Alineados. Dado que la China comunista participó también en dicha conferencia y las extremadamente difíciles relaciones que Dulles[1] mantenía con ese país, las consecuencias eran previsibles. Nasser estaba dispuesta llevar su neutralidad un paso más hacia adelante utilizan al a China de Zhou En-lai para que tanteara la posibilidad d recibir armamento por parte de la Unión Soviética. La respuesta fue positiva. A pesar de los intentos de los norteamericanos de disuadirle hasta el último momento, el 30 de septiembre de 1955 Nasser anuncia que había llegado a un acuerdo armamentístico con “Checoslovaquia”, que sonaba algo más suave que la Unión Soviética. […]
La opinión que Francia tenía de Nasser estaba por entero condicionada por el apoyo entusiasta que éste daba a la rebelión nacionalista que estalló en Argelia en 1954. […]
Anthony Eden, primer ministro británico, compartía cada vez más la opinión que los franceses tenían de Nasser.
A pesar de las presiones de diversa índole, la crisis de Oriente Próximo no la desencadenaron los israelíes ni los franceses ni los británicos, sino los norteamericanos, que acertaron al percibir a Nasser como un antioccidental incorregible, máxime tras su reciente acercamiento al país que para ellos era su bestia negra en aquel momento, la República Popular China. El proyecto que el líder egipcio consideraban más importante para mejorar las condiciones de su pueblo era construir una presa en Asuán, en el Nilo, que regulara el caudal del río para proporcionar energía hidroeléctrica y permitir el regadío de las tierras a bajo coste. Dado que Egipto tan solo podría correr con una parte de los gastos derivados del proyecto, tendría que hacer frente al déficit que se generaría mediante préstamos del Banco Mundial y ayudas pro parte de los gobiernos británico y norteamericano. En julio de 1956, Dulles se había posicionado en contra de la financiación del proyecto, dada la oposición, cada vez más firme, por parte del Congreso al régimen de Nasser y lo dudoso que parecía que Egipto pudiera hacer frente a los pagos de su cuota del proyecto. […]
En un discurso en Alejandría, el 26 de julio anunció la nacionalización de la Compañía del Cañal de Suez. El canal era uno de los principales activos del país, pero estaba dirigido por una empresa con sede en París cuyo contrato de arrendamiento expiraba en 1968. […]
Las reacciones de Londres y de París no fueron tan medidas. Ahora los franceses tenían el pretexto para destruir al hombre que estaba actuando en la sombra en el conflicto de Argelia […]”
Fraser, T. G., El conflicto árabe israelí, Alianza Editorial, España, 2010, pp. 107-123