LA INDEPEDENCIA DE ARGELIA
“[…] la revuelta argelina, un problema incomparablemente más grave, había comenzado. El rompimiento de las hostilidades, acaecido en las montañas de Aures en 1954, fue en un principio considerado como un nuevo episodio de los ya familiares problemas coloniales, pero la situación se deterioró y fue adquiriendo gravedad hasta convertirse en una guerra que involucró a la flor y nata del ejército francés y a toda la panoplia del mando militar, y que produjo censura, terrorismo y tortura -tres diferentes formas de desafío blanco francés a la autoridad de París- así como la caída de la IV República y el éxito por parte de Argelia -hazaña única en África hasta Zimbabue- en la consecución de la independencia por la fuerza de las amias. La situación no tenía paralelo en el resto de África. La población europea había formado parte del país durante mucho más tiempo que cualquier otra comunidad colonizadora, estaba más cercana de la Madre Patria, y en las ciudades principales era tan numerosa, o casi tan numerosa, como la de los musulmanes; los servicios que había prestado a Argelia eran considerables. También jurídicamente la situación era peculiar, puesto que Argelia constitucionalmente formaba parte integrante de la Francia metropolitana, de tal modo que los franceses que ni tan siquiera podían concebir la idea de una Argelia separada e independiente […] cómo era posible que los franceses fueran los únicos en el mundo incapaces de darse cuenta de que sus días como dominadores de Argelia estaban contados. Por añadidura, los franceses, al igual que los británicos en Oriente Medio tras su salida de la India, aborrecían la idea de nuevas capitulaciones después del hundimiento de su imperio en Indochina […]
En Argelia, además, los veteranos oficiales franceses desarrollaron, a la sombra de la derrota en Indochina, un sentido mesiánico tan fuerte que deformó su sentido de la proporción y les condujo finalmente a olvidar y abandonar sus juramentos de lealtad a la bandera. Estos oficiales se convencieron a sí mismos de que pertenecían a la gallarda y presciente casta de los salvadores con espada, de que eran los únicos que apreciaban toda la gravedad de la amenaza comunista para la civilización, y de que el suyo era el honroso destino de capitanear la resistencia contra los fantasmas de la oscuridad y abrir los ojos de los haraganes de mente confusa a los peligros y responsabilidades del siglo XX. […]
Durante estos años [1945-1954], los ministros y gobernadores generales franceses trataron de mitigar la represión del nacionalismo templándola con el progreso económico y reformas democráticas, pero no consiguieron aplacar a los nacionalistas, cuya aspiración no era la reforma sino la independencia, y se habían enemistado con la comunidad europea, que estaba demasiado absorta con la represión para ocuparse de otras cosas.
[…] En octubre de 1956 la debilidad de París quedó ilustrada dramáticamente, y su posición con respecto al FLN [Frente de Liberación Nacional] se vio gravemente […]. Durante los dieciocho meses siguientes las posiciones políticas permanecieron irreconciliables, el ejército francés y el FLN consiguieron llegar a una situación en la que ninguno podía infligir una derrota al otro, el terrorismo se intensificó por ambas partes extendiéndose a París y a otras ciudades de Francia, la tortura se convirtió en un instrumento de gobierno habitual, y toda intención de aplicar la nueva Constitución de compromiso llamada Estatuto Argelino de 1947 fue finalmente abandonada. La situación parecía haber llegado a un callejón sin salida, a un impasse total, tanto política como militarmente. En este mismo período, Marruecos y Túnez se implicaron más estrechamente en el conflicto. El sultán de Marruecos se había sentido profundamente ofendido por el secuestro de Ben Bella, que había sido su huésped hacía nada más una o dos horas antes, y Burguiba se enfadó cuando los franceses -irritados por la libertad e impunidad con que el FLN utilizaba el territorio tunecino y marroquí como refugio donde poder descansar y reparar daños sin temor a ningún ataque- […]
El 1 de junio [de 1958] el general De Gaulle fue investido de plenos poderes. El 4 de junio se trasladó a Argel. Sólo es posible hacer conjeturas sobre cuál era la política que tenía De Gaulle en junio de 1958. Puede ser que no tuviera decidida ninguna política concreta, pero probablemente se dio cuenta de cuál sería el inevitable final. […] De Gaulle preparó su primer importante informe sobre la futura condición de Argelia y realizó su primera tentativa de paz con el FLN. En septiembre de 1959 ofreció la posibilidad de optar (de modo similar a la oferta que hizo a las colonias de Francia en África occidental y central en 1958) entre la independencia, la integración a Francia y la asociación con Francia, elección que debería hacerse en el plazo de cuatro años desde el cese de las hostilidades […]
El libro de Henri Alleg “La Question” concentró la atención en la práctica de la tortura por parte de unidades del ejército francés. El juicio de Alleg en 1960, seguido de la desaparición y -como se supuso correctamente- el asesinato del catedrático universitario comunista francés Maurice Audin, el juicio en 1961 de la joven argelina Djamila Boupacha, las protestas de los cardenales católicos que ocupaban sedes francesas, y un manifiesto firmado por 121 destacados intelectuales, todo ello contribuyó a que la opinión francesa se volviese contra la comunidad francesa y el ejército francés en Argelia. […]
En septiembre de 1959, el FLN había anunciado la constitución de un gobierno provisional argelino en el exilio con Ferhat Abbas como presidente y el encarcelado Ben Bella como vicepresidente, y Ferhat Abbas había abandonado Túnez trasladándose a El Cairo, que iba a ser la sede del gobierno por el momento. […]. De Gaulle comenzó por consiguiente a moverse con más determinación hacia la negociación con el FLN. […] se inauguró una conferencia en Evian en mayo de 1961. Pero llegados a este punto, los recelos y las dificultades resultaron ser demasiado grandes, entre estas últimas se hallaba la reivindicación del FLN de ser reconocido como gobierno, el derecho del encarcelado Ahmed Ben Bella a aparecer en la conferencia, garantías para los franceses que pudieran desear permanecer en Argelia, mantenimiento de los derechos franceses sobre la base naval de Mers-el-Kebir, el petróleo sahariano, y las condiciones en que se celebraría el proyectado referéndum sobre la condición de Argelia.
Esta conferencia no logró alcanzar un acuerdo, pero en el mes de julio De Gaulle, en un discurso televisado, aceptó de forma inequívoca la independencia argelina. […] La segunda conferencia de Evian tuvo lugar en marzo de 1962, El 18 de ese mes se firmó un acuerdo de alto el fuego. La conferencia acordó también los términos para la celebración de un referéndum y, presuponiendo que el resultado sería favorable a la independencia, se acordó entre otras cosas que las tropas francesas se irían retirando progresivamente en el transcurso de tres años, con excepción de Mersel-Kebir, que se permitiría ocupar a Francia durante al menos quince años que Francia podría continuar sus ensayos nucleares en el Sahara y conservar allí sus aeródromos por espacio de cinco años; que Francia proseguiría sus actividades económicas en los yacimientos petrolíferos saharianos; y que la ayuda técnica y financiera francesa a Argelia no se vería disminuida durante al menos tres años. El 3 de julio de 1962, Argelia pasó a ser un Estado soberano independiente por primera vez en su historia.”
Calvocoressi, Peter, Historia política del mundo contemporáneo. De 1945 a nuestros días, Akal, Madrid, 1999, pp. 509-514