¿EL FIN DEL TERCER MUNDO?


 ¿QUÉ ES EL TERCER MUNDO?

La aparición en la escena política y económica internacional de este grupo de países cada vez más numeroso, que poblaban las conferencias y organismos internacionales, fue la gran novedad de la segunda posguerra. El proceso de descolonización seguido por todos ellos ya hemos visto que fue desigual en las formas, pero bastante rápido en el tiempo, dada la intensidad descolonizadora de las dos décadas posteriores al final de la II Guerra Mundial. Una nueva realidad geopolítica había nacido. Ello permitió acuñar un nuevo concepto, el de Tercer Mundo, para referirse a este bloque de países que no formaban parte del mundo occidental desarrollado, considerado el “primer mundo”, ni de aquellos que se habían colocado bajo la férula de la Unión Soviética y que eran conocidos como los países del “socialismo real” y que, dada la política de bloques, merecían el apelativo de un “segundo mundo”. Fue el demógrafo francés Alfred Sauvy quien, en 1952, en un artículo al que en su momento se le prestó escasa atención, puso en vigor este concepto, usando una analogía política procedente del abate Sieyès y de su famoso ensayo ¿Qué es el tercer Estado? Aplicada a este asunto la argumentación de Sieyès, advierte Sauvy que “a fin de cuentas, este Tercer Mundo ignorado, explotado, despreciado como el tercer estado, también quiere ser algo”. Los países del Tercer Mundo estaban llamando a las puertas de los privilegiados del primer mundo: “¿No escucháis”, dice Sauvy, “desde la Costa Azul los gritos que nos llegan de la otra orilla del Mediterráneo, de Egipto, de Túnez?”. Los ecos de la marea humana que Sauvy escuchaba en 1952 pronto se hicieron sentir en Occidente, con la llegada de un nuevo invitado al tablero del mundo bipolar de los dos grandes bloques.

La noción de Tercer Mundo ha tenido éxito y universal aceptación. Aunque pueda parecer simplista y descriptiva, permite identificar una realidad muy vasta, sobre todo en su dimensión política. En un mundo caracterizado por la división en la política de bloques, una tercera alternativa (que algunos europeos occidentales habían intentado construir a fines de los cuarenta) suponía la definición de una fuerza política independiente, neutralista, anticolonial. El Tercer Mundo comprendería así a todos los países que no estaban directamente implicados en los dos grandes bloques surgidos de la posguerra. Su territorio es muy amplio e incluso capricho: países socialistas, como China o Yugoslavia, se asignaron por razones políticas a esta denominación. En cambio, países situados en los continentes de Asia o África, como Suráfrica o Israel, pertenecían al primer mundo por razones económicas y políticas, hasta el punto de que fueron excluidos de las conferencias promovidas por los líderes afroasiáticos.

Pero el concepto de Tercer Mundo, a pesar de su enorme difusión, actualmente comienza a ser puesto en cuestión, hasta el punto de que algunos autores sostienen la tesis del “final” del Tercer Mundo. La primera percepción de inadecuación del concepto se hizo patente a mediados de los setenta, a partir de la crisis petrolífera y la aparición de diferencias enormes entre unos países ricos en materias primas y otros cada vez más pobres. Por otra parte, el desigual desarrollo económico experimentado por algunos países, como los productores de petróleo en el Oriente Medio o los “dragones” del Pacífico, fue el primer paso dado en el desmoronamiento de la primitiva unidad del Tercer Mundo. Ello ha permitido que algún historiador como Peter Calvocoressi haya aludido a este nuevo grupo de países rápidamente enriquecidos como un cuarto mundo. Luego, en los años ochenta, el concepto pierde significado cuando uno de los mundos, el constituido por la URSS y los países del socialismo real, se ha desplomado súbitamente desde la caída del muro de Berlín en 1989. Sin embargo, la desaparición del bloque soviético no lo explica todo. La debilidad del Tercer Mundo no deriva sólo de su fragmentación política, sino del hecho de que las ilusiones con que habían nacido a la independencia muchos de sus países han sido agotadas por la profundización de su subdesarrollo."

Villares, Ramón; Bahamonde, Ángel; El mundo contemporáneo. Del siglo XIX al XXI,  Taurus, España, 2012, pp. 503-504

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