DESCOLONIZACIÓN Y COEXISTENCIA PACÍFICA
Como representante de la Unión Soviética, debo manifestar con franqueza que me siento orgulloso de ver a un gran número de nuevos estados haciendo su aparición en el seno de Naciones Unidas. Siempre nos hemos opuesto y continuaremos oponiéndonos a cualquier tipo de limitación de los derechos de los pueblos que han obtenido su independencia nacional. Compartimos con estos estados el deseo de preservar y garantizar la paz, crear en nuestro planeta las condiciones para la coexistencia pacífica y la cooperación de los países en su estructura política y social, de acuerdo con los principios pacificadores proclamados en la Conferencia de estados Asiáticos y Africanos de Bandung.
Los hechos muestran que la liberación de las naciones y los pueblos sometidos a la dominación colonial favorecerá la mejora de las relaciones internacionales, un incremento de la cooperación internacional y la consolidación de un mundo en paz.
Sería difícil exagerar el vasto significado que la abolición del sistema colonial ha supuesto para el mundo entero. Cada uno es consciente de que las economías de las colonias y los territorios de la confianza se subordinan actualmente a los intereses mercenarios de los monopolios extranjeros, y la industrialización de estos países se está impidiendo deliberadamente. Imagínese que la situación ha cambiado y que estos países y territorios, al alcanzar la independencia, estén en disposición para hacer un uso amplio de sus ricos recursos naturales y proceder con su industrialización, favoreciendo una vida mejor para su gente. Esto conduciría a un enorme crecimiento en la capacidad del mercado mundial, que sin duda tendría un efecto beneficioso, no sólo en el desarrollo económico de los países del Este sino también en las economías de los países industrialmente desarrollados del Oeste.
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Los ciudadanos de la Unión Soviética y el gobierno soviético están absolutamente convencidos de los principios de coexistencia pacífica firmemente establecidos en las relaciones entre los estados y asegurar que estos principios formen parte del derecho fundamental de la vida en el conjunto de las sociedades modernas. No hay un “truco” comunista ideado detrás de estos principios, pero las verdades simples dictadas por la vida misma, tal como son las relaciones entre los estados, deben convertirse en algo pacífico, sin el uso de la fuerza, sin recurrir a la guerra y sin interferencia en los asuntos internos.
No estoy revelando un secreto cuando digo que no tenemos vínculos con el capitalismo. Pero no queremos imponer nuestro sistema a otros pueblos por la fuerza. Son ellos quienes determinan la política de los estados con un sistema social diferente al nuestro y renuncian a sus peligrosas e infructuosas tentativas para dictar sus voluntades. Es el momento de reconocer que la elección de una forma particular de vivir es una cuestión que concierne a cada pueblo. Déjennos construir nuestras relaciones en base a las actuales realidades. Ésta es la verdadera coexistencia pacífica.
La política de coexistencia pacífica exige solventar todas las cuestiones planteadas sin necesidad de recurrir a la fuerza, por medio de negociaciones y compromisos razonables. Sabemos que durante los años de la guerra fría alguna de estas cuestiones para la mayoría no tenía solución y eran el motivo de la creación de peligrosos focos de tensión en Europa, Asia y otras zonas del mundo.
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Nikita Kruschev, discurso pronunciado el 23 de septiembre 1960 ante la Asamblea General de la Organizacion de las Naciones Unidas.