APOYOS SOCIALES DEL PERONISMO


“El Peronismo

En Argentina, el populismo latinoamericano, el peronismo, penetró en la clase obrera, que fue puesta bajo el control y la orientación estatales. Este proceso no tiene semejanza con los ejemplos latinoamericanos ya conocidos.

El movimiento peronista se fortaleció mediante la absorción de miembros de los sindicatos reformistas y del movimiento socialista, así como con la rápida conquista de nuevas capas obreras todavía no organizadas.

Entre 1942-1945 se aumentó el número de los trabajadores en las grandes ciudades de 927.000 a 1.238.000 en su mayoría analfabetos que se trasladaban del campo a la ciudad, influidos por la fascinación de Perón, conquistados por sus medidas sociales e integrados a la sociedad urbana por su movimiento.

Apoyó también al peronismo -además de las masas- el ejército, que creció con una rapidez increíble. El número de los empleados del aparato estatal en 1942 era de 172.000; en 1945 eran 250.000, en 1947, 400.000; los efectivos de la policía aumentaron en 35.000 en ese año. Los efectivos del ejército en 1942 eran de 17.000, en 19+47 eran ya 200.000

Entre 1943-1946 los generales que se turnaron en la junta militar llevaron una política represión contra las fuerzas democráticas. Proscribieron la central sindical, la CGT-2. La CGT-1, reformista-derechista permaneció en la legalidad, si bien fueron encarcelados los jefes de sus combativos sindicatos ferroviarios (los más fuertes). Los nuevos dirigentes de las organizaciones -auspiciados por el comisario militar- eran oportunistas-. El apoyo principal de Perón -en ese entonces ministro de trabajo- eran los burócratas sindicales de la derecha de la CGT-1. Los demás centros sindicales habían sido destruidos.

Comenzaron las grandes huelgas, movimientos estudiantiles y un movimiento nacional por la liberación de los presos políticos, coincidiendo con la etapa final de la Segunda Guerra Mundial. A principios de 1945 las fuerzas democráticas argentinas salieron de la clandestinidad. Se vio claramente la imposibilidad de seguir gobernando con el terror militar. El primero en reconocerlo fue Perón, miembro omnipotente del gobierno, vicepresidente la república y ministro del Interior y de Trabajo, quien para entonces contaba ya con apoyo sindical. Había luchas en favor de las demandas económicas de los obreros. Entre 1943 y 1945 emitió 229 disposiciones, autorizó 319 contratos colectivos, en 174 litigios laborales obró como árbitro y en la mayoría de los casos dictó sentencia en favor de los obreros. Por entonces surgió el mito sobre el patrono de los obreros, sobre el “obrero número uno”

La Junta, al ver que Perón se desplazaba hacia el centro, le relevó y encarceló a finales de 1945, pero la protesta espontánea de las masas obligó a ponerle en libertad. Esto contribuyó grandemente a su exaltación, que se convirtió en una figura importante en las elecciones previstas para febrero de 1946. Los partidos políticos apoyaron entonces a Perón. El Partido Laboral, la burocracia sindical y un grupo disidente de Partido Radical cerraron filas en torno suyo. Le respaldaban, además, el aparato estatal, el ejército y la Iglesia. La coalición Unión Democrática organizada por los partidos “clásicos” de la izquierda burguesa, por los socialistas y el PC fracasaron.

El programa de Perón terminó con la política terrorista profascitas del Grupo de Oficiales Unidos que llevó a cabo el golpe de 1943. La ruptura se caracterizaba en consignas espectaculares: “Nueva Argentina”, “justicia”, etc. Prometió independencia económica y política, el desarrollo de la economía, la limitación del capital imperialista, leyes sociales. Proclamaba la “justicia social” y su partido se denominó Justicialista. Propuso la “tercer vía” como tantos otros movimientos populistas latinoamericanos; rechazó lo negativo del capitalismo y del comunismo. Propuso un movimiento obrero en vez de la lucha de clases, la cooperación y la armonía; urgió la humanización del capital y el cumplimiento de los derechos de los obreros estipulados en las leyes. Curiosamente, la Declaración de loa Derechos de los trabajadores no contemplaba el derecho de huelga.

[…]

Perón ganó a las masas obreras con sus medidas sociales; la reducción del desempleo, seguro social, semana laboral de 48 horas y las vacaciones anuales […]

A partir de 1950-1951 se fortalecieron gradualmente los rasgos personalistas del gobierno peronista, ya que no se apoyó tanto en el movimiento obrero como en el ejército y en la burocracia. Los medios de su política fueron administrativos y represivos. […] Se olvidó además de las antiguas promesas que se quedaron sin cumplir. No se llevó a cabo la reforma agraria, ni se expropiaron las compañías extranjeras; en cambio, el gran capital nacional se fortaleció económica políticamente y aumento el coste de vida.

[…]”

AA.VV.; Historia de Iberoamérica, Tomo III. Historia contemporánea, Anderle, Adam, Capítulo VII, El Populismo, Cátedra, 2008, Madrid, 603-605

 

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