LA SOCIEDAD DE CONSUMO

Duane Hanson, “Mujer en el supermercado”. Fibra de vidrio, 1969

"Vivo, luego compro. En una sociedad de antiguos emigrantes que saben, en el fondo de sus corazones, que nada les une tanto como el dólar, y no tanto por espíritu de lucro sino porque es un denominador común tanto de hecho como de lenguaje, la libertad consiste en comprar, vender, cambiar, aprovechar las rebajas, hipotecar, jugar a la Bolsa, pedir préstamos, invertir, ganar, perder, calcular tantos por ciento, recontar y juzgar la propia productividad...

La felicidad consiste en la creación ininterrumpida de nuevas necesidades y de nuevos productos para satisfacerlas. Si no se piensa en comprar, vender y ofertar, es que está cayendo en una pasividad que el sistema americano reprueba. Pero quizá existe un pecado aún más grave: sucumbir al dudoso atractivo de otras civilizaciones en las que la sociedad y la contemplación (por ejemplo) ocupan un lugar más destacado que el consumo. Sin publicidad, no hay adquisición sana y, en un sistema de seguros minuciosos y eficaces, el sentido mismo de la adquisición queda falseado. No se trata sólo de parecer -o sea, posee cada vez más- sino de guardar y hacer fructificar lo que se posee.

No basta condecir a los Sres. Brown que beban Coca-Cola, que se limpien los dientes con Colgate y que circulen en un Ford: una mentalización y un lavado de cerebro continuos les recuerdan por todas partes, en las vallas de las carreteras, en los cielos, en los periódicos y en las pantallas que estos productos son unos amigos que les acompañen durante todo el día.”

 

FUENTE: A. Bousquet, Les Américains sont-ils adultes?, París, Hachette, 1958, pp. 133-1347

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