EL ESTANCAMIENTO ECONÓMICO Y SUS CAUSAS


“[…] la ausencia, o en su caso de la debilidad, de estímulos, de carácter económico o extraeconómico […] los directores de las empresas no ostentaban la propiedad de éstas, ni necesitaban hacer máximo el rendimiento de los trabajadores. […] al menos desde el final de la era estaliniana, la dirección de las empresas se vio poco menos que obligada a aceptar la falta de disciplina, y el bajo rendimiento de los trabajadores. El lema «yo hago que trabajo y tú haces que me pagas» describe de manera gráfica [la] situación […]

[…] Una buena parte de los trabajadores se sentían relativamente satisfechos con esta situación o, al menos, no estaban dispuestas a introducir cambios en su comportamiento. El Estado garantizaba el pleno empleo, y los asalariados encontraban en el cambio frecuente de puesto de trabajo un resorte para hacer frente a muchos de los problemas de presión laboral que pudieran presentarse. Al mismo tiempo, el Estado proporcionaba servicios –sanidad, educación…- gratuitos y universales, subvencionaba un buen número de bienes de primera necesidad y, por añadidura, alentaba sucesivas reducciones en la jornada de trabajo (de las 48 horas semanales de 1955 se había pasado a 41 en 1971).

[…] es menester hacer mención de los problemas generales derivados del sistema de planificación centralizada. Una característica fundamental de su funcionamiento lo era el control excesivo […] El centro carecía de información […] y al mismo tiempo mantenía un sinfín de reglas que trababan el libre funcionamiento de los agentes económicos […]

[…] los organismos directores de la economía –en lugar privilegiado el Gosplan, encargado de la planificación- fijaban los planes en torno a unas grandes y en exceso genéricas prioridades […] que, para nada tornaban en consideración la calidad de los bienes producidos y de los servicios proporcionados. […] al tiempo que alentaban sistemáticas desequilibrios estructurales, casi siempre en beneficio de la industria pesada y del sector militar.

Las empresas, por su parte, dependían de forma muy estrecha de los organismos directores, de los que recibían instrucción y recursos. En los hechos, carecían pro completo de iniciativa y de incentivos, y la producción de bienes y la innovación tecnológica eran prácticamente desechadas […] La perspectiva de cierre o de quiebra de una empresa, en fin, no existía: la prosecución de actividad estaba garantizada por las ayudas y los subsidios estatales […]

Un tercer, y grave, problema de carácter general era el configurado por las dificultades que encontraba la innovación tecnológica. […] la notoria caducidad de muchos de los dispositivos en uso –en 1984 un 60% de las tecnología empleadas tenías más de diez años de antigüedad y la vida activa de una máquina era entre tres y cuatro veces superior a la registrada en EEUU- […] el desfase tecnológico de la URSS era evidente, tal y como lo demostraban de manera fehaciente la industria química, la del automóvil o la informática.

Un cuarto factor estructural del que hay que hacer mención es el derivado de las dimensiones y de las singularidades exhibidas por el sector militar de la economía. […] suponía, en términos porcentuales, una detracción de recursos muy superior a la común en el mundo occidental y ello, por añadidura, en una economía en visible crisis. Las distintas estimaciones sitúan el gasto militar del decenio de 1970 en torno a un 15% del producto interior bruto (el porcentaje correspondiente en los EEUU era del orden del 6%).”

 Taibo, C., Historia de la Unión Soviética. 1917-1991, Alianza Editorial, Madrid, 2010, págs. 234-239

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