AMÉRICA LATINA Y EEUU DURANTE LA GUERRA FRÍA

 “EEUU emergió de la Segunda Guerra Mundial con prestigio y una autoridad muy crecidos. La guerra sacó de la depresión a su economía y la introdujo en un ingente esfuerzo industrial. A diferencia de Europa o Japón no había sufrido daños internos; su economía estaba intacta y prosperaba […] había construido el arsenal más importante que el mundo había conocido, culminando con la bomba atómica. La guerra también le proporcionó una red de alianzas que ofrecía una base de poder fuerte en la política internacional de posguerra. […]

Después de 1945, EEUU centró su preocupación en la recuperación de Europa y Japón. La administración Truman (1945-1953) y el Congreso, junto con algunos perspicaces empresarios, se dieron cuenta de que era esencial para su prosperidad que Europa tuviera una economía fuerte. El Plan Marshall apeló al aspecto humanitario y económico de la población estadounidense y ayudó a dirigir la atención especialmente hacia Europa.

¿Qué pasó con América Latina? Simplemente a los responsables políticos de EEUU no les pareció importante […] la administración Truman parecía dar por sentado que continuaría recibiendo su leal respaldo casi como fuera de cajón.

La relativa indiferencia se rompió por una amenaza exterior. Cuando las relaciones con la URSS comenzaron a enfriarse, la administración Truman decidió organizar una ofensiva de Guerra Fría en América Latina, que adquirió dos aspectos. El primero era conseguir que los gobiernos latinoamericanos rompieran relaciones con la URSS, lo cual tuvo un éxito notable, ya que todos con excepción de México, Argentina y Uruguay lo hicieron. El segundo aspecto fue presionar a los gobiernos latinoamericanos para que proscribieran los partidos comunistas […]. La Administración Truman también decidió hacer permanente la alianza militar creada durante la guerra. […]. El primer paso se dio en 1947, cuando las delegaciones aprobaron un tratado [El Pacto de Río] que definía el ataque a cualquier Estado Americano, desde dentro o desde fuera del hemisferio, como un ataque a todos y demandaba medidas colectivas para rechazarlo.

El segundo paso se dio en Bogotá, Colombia, en marzo de 1948, con la creación de un organismo: la Organización de Estados Americanos (OEA) […] Los Estados miembros se comprometían a mantener una solidaridad continental (deseada por EEUU) […] junto con los principios de democracia, cooperación económica, justicia social y derechos humanos.

[…] De 1952 a 1954 Estados Unidos firmó pactos de ayuda a la defensa mutua con 10 países latinoamericanos: Ecuador, Cuba, Colombia, Perú, Chile, Brasil, República Dominicana, Uruguay, Nicaragua y Honduras […] los acuerdos comprendían intercambios de equipos y servicios militares, envío de materias primas estratégicas y un compromiso de restricción de comercio con el bloque soviético. Con los acuerdos, Washington atrapaba las fuerzas Armadas Latinoamericanas, pues en posesión de equipo estadounidense, dependían de él para conseguir piezas, recambios y municiones […]

El otro país que había logrado un gran prestigio durante la Segunda Guerra Mundial fue la Unión Soviética. Había perdido mucha más población (20 millones) y soportado mucho más sufrimiento que EEUU. Numerosos latinoamericanos admiraban la resistencia y fortaleza del pueblo ruso y algo de esta admiración se transfería a los partidos comunistas de los países respectivos […]

La Administración Truman también expresó su interés en la ayuda técnica y económica a América latina, como réplica del Plan Marshall, prototipo de su ayuda ultramarina. […] el problema económico de América Latina era más fundamental. Había una industria pequeña, incluso en los países mayores, existía una gran escasez de mano de obra calificada y conocimientos técnicos y a menudo se carecía de infraestructura. La administración Truman propuso un programa de asistencia técnica para ayudar a los países en vías de desarrollo. Era la respuesta parcial a las quejas latinoamericanas acerca de que EEUU no tenía en cuenta sus problemas económicos y concentraba su atención en Europa.

[…]

La alternativa Revolucionaria

En 1959 la alternativa revolucionaria llega al poder. Fidel Castro se había mostrado como un reformista demócrata contra el dictador Batista en Cuba. Sin embargo, una vez en la Habana se deslizó firmemente hacia la izquierda. A comienzos de 1959, Fidel hizo proposiciones a los soviéticos; a finales de año, Cuba ya recibía ayuda económica desde Moscú. En un año se había dado un cambo total en las relaciones comerciales […]. Desde entonces la ayuda militar soviética comenzó a derramarse en Cuba.

Entonces se produjo la reacción estadounidense prevista por Fidel. El intento de desembarco en Bahía de Cochinos a comienzos de 1961 […]  EEUU se vio humillado: primero por el fracaso de la invasión anticastrista, segundo por la torpe cobertura utilizada para esconder su participación. El fracaso hizo a Fidel más fuerte que nunca. Probó que EEUU era una amenaza para la seguridad cubana. […].

Desde la revolución cubana el temor de la penetración soviética en las Américas parecía ser un hecho. Si los soviéticos estaban dispuestos a abastecer a los cubanos, ¿cuántos otros movimientos guerrilleros latinoamericanos podrían esperar el mismo respaldo? Esa preocupación acicateó a los responsables políticos de la época de Kennedy para apresurarse a formular su programa latinoamericano.

Reformistas demócratas y la Alianza para el Progreso.

La nueva política, según se anunció en 1961 tenía dos aspectos distintos. El primero era un importante programa de desarrollo económico y social, bautizado como Alianza para el Progreso. Iba a implicar tanto un crecimiento económico como reforma social y sería llevado a la práctica por los gobiernos democráticos. El gobierno norteamericano prometió proporcionar más de 20.0000 millones de dólares en 10 años. […]

El segundo aspecto de la política emprendida por EEUU en 1961, consistía en una intensificación de la contrainsurgencia, mediante el cual el gobierno estadounidense ayudaría a América Latina a combatir contra los movimientos guerrilleros. En EEUU se crearon nuevos cuerpos de contrainsurgencia a los que se les otorgó una boina verde distintiva, su principal tarea seria entrenar a las fuerzas contrainsurgentes en América Latina.

A EEUU le interesaba identificar y respaldar a los dirigentes reformistas, proporcionándole ayuda económica para lograr el crecimiento y al mismo tiempo ofreciéndoles los medios para vencer a los rivales armados internos que pudieran contar con ayuda soviética o más probablemente cubana. EEUU apostaba por los reformistas anticomunistas para dirigir la marea histórica latinoamericana y producir naciones más prósperas, más igualitarias y por ello más fuertes, con intereses compatibles con los suyos. Se detendría la penetración soviética y se conservaría la esfera de influencia estadounidense.

[…] Cuba se transformó en una plataforma para exportar la revolución a otros lugares de América latina. Con el respaldo del subsidio soviético Cuba se aboco a dos tareas: cimentar la revolución en Cuba y exportarla a otros lugares del continente americano.

En 1970 el fracaso de la Alianza para el Progreso era evidente. Las expectativas habían sido demasiado elevadas teniendo en cuenta las realidades políticas de la década. Además, la meta de fomentar la democracia chocó con la de impedir más Cubas. Se esperaba que gobiernos electos fomentaran el crecimiento económico al tiempo que llevaban a cabo una reforma social.

[…] Nixon fue el primer presidente estadounidense que tuvo que tratar con un jefe de Estado marxista [socialista] electo en América Latina. La victoria de Salvador Allende en Chile, fue la prueba de que EEUU, comprometidos públicamente con la reforma social, no aceptaría movimientos de izquierda. Aunque el régimen de Allende nunca alcanzó un estado revolucionario, la administración Nixon estuvo determinada a usar cualquier medio para impedir que Allende tomar posesión o, si fallaba esto, para acelerar su caída (‘’Hacer chillar la economía’’ fue una de las sugerencias de Nixon al director de la CIA). EEUU desactivó la inversión privada en Chile, al mismo tiempo que se ordenó a la CIA diseñar un plan para acosar al gobierno chileno. […]”

Skisdmore, Thomas; Smith, Peter, Historia Contemporánea de América Latina, Editorial Crítica, Barcelona 1996. Páginas 391-411.

 

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