PINOCHET: EL MARXISMO ES UNA AGRESIÓN PERMANENTE

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Como otros países del mundo, y especialmente de América Latina, Chile ha sufrido el embate del marxismo-leninismo y ha decidido enfrentarlo y combatirlo hasta su total derrota. Pero ante ello, cabe hoy detenerse un instante a reflexionar sobre un problema capital: ¿en que consiste exactamente este enemigo en el mundo de hoy?

El marxismo no es una doctrina simplemente equivocada, como ha habido tantas en la historia. No. El marxismo es una doctrina intrínsecamente perversa, lo que significa que todo lo que de ella brota, por sano que se presente en apariencias, está carcomido por el veneno que corroe su raíz. Esto es lo que quiere decir que su error sea intrínseco, y por eso mismo, global en términos que no cabe con él ningún diálogo o transacción posibles.

No obstante, la realidad contemporánea indica que el marxismo no es únicamente una doctrina intrínsecamente perversa. Es, además, una agresión permanente hoy al servicio del imperialismo soviético.

[…] esta moderna forma de agresión permanente da lugar a una guerra no convencional, en que la invasión territorial es reemplazada por el intento de controlar los Estados desde adentro.

Para ello, el comunismo utiliza dos tácticas simultáneas.

Por un parte, infiltra los núcleos vitales de las sociedades libres, tales como los centros universitarios intelectuales, los medios de comunicación social, lo sindicatos laborales, los organismos internacionales, y, como incluso hemos visto, los propios sectores eclesiásticos.

Por otro lado, promueve el desorden en todas sus formas. Desorden material, con agitaciones callejeras. Desorden económico, con presiones demagógicas e inflacionarias. Desorden social, con huelgas permanentes. Desorden moral, con el fomento de las drogas, la pornografía y la disolución de la familia. Desorden en los espíritus, con el odio sistemático de clases. Y como síntesis aberrante de todos ellos, surge y se extiende el terrorismo, que parece haber hecho retornar a muchas naciones civilizadas a las épocas más primitivas de la historia humana.

El objetivo último de este desorden general es el debilitamiento de las sociedades que la secta roja no controla, a fin de poder dejar caer sus garras sobre ellas en el momento oportuno, para convertirlas en nuevos satélites del imperialismo soviético, donde un implacable régimen totalitario no tolera ni el más leve atisbo de las manifestaciones que, en cambio, él mismo estimula en las sociedades libres.

Ante la evidencia de esta agresión permanente, estamos abocados al imperativo de dar una respuesta enérgica y realista para resolver con éxito el verdadero dilema de nuestro tiempo: o totalitarismo o libertad.

[…]”

El General Pinochet habla al país: 11 de septiembre de 1976

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