STALIN: UNA CRÍTICA A LA "LEYENDA NEGRA"
“En pos de una comparativa global
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Durante más de tres decenios este Informe, que dibujaba un retrato de un dictador enfermizamente sanguinario, vanidoso y bastante mediocre -o incluso ridículo- en el plano intelectual, ha satisfecho a casi todos. Permitía al nuevo grupo dirigente que gobernaba la URSS el presentarse como el depositario único de la legitimidad revolucionaria en el ámbito del país, del campo socialista y del movimiento comunista internacional, que miraba a Moscú como su centro neurálgico. Reforzado en sus antiguas convicciones y con nuevos argumentos a disposición para emprender la Guerra fría, también Occidente tenía razones para estar satisfecho (o entusiasta). […]
Es verdad; más que el comunismo en cuanto tal, el Informe Kruschov ponía bajo el dedo acusador a una única persona, pero en aquellos años era oportuno, también desde de punto de vista de Washington y de sus aliados, no ampliar demasiado el blanco, y concentrar el fuego sobre el país de Stalin. […] Es a esta superpotencia [la URSS] a la que hay que aislar, y a la que se insta a realizar una “desestalinización” cada vez más radical, hasta quedar privada de toda identidad y autoestima, y tener que resignarse a la capitulación y a la disolución final
Finalmente, gracias a la “revelaciones” provenientes de Moscú, los grandes intelectuales podían olvidar tranquilamente el interés, la simpatía e incluso la admiración con la que había mirado hacia la URSS estaliniana. […] A partir del giro realizado en el XX Congreso del PCUS, en el museo de los horrores se colocó solamente a Stalin y sus colaboradores más estrechos. Sobre todo, ejerciendo su influencia bastante más allá del ámbito trotskista, el Informe Kruschov cumplía una función de consuelo en los ambientes de cierta izquierda marxista, que se sentía así exonerada de la penosa obligación de repensar la teoría del Maestro [Carlos Marx] y la historia de los efectos desplegados por ella.
[…]
Basadas en abstracciones notablemente diferentes entre ellas, estas lecturas acaban sin embargo produciendo cierta convergencia metodológica. […] si se podía comparar a alguna otra gran personalidad política, esta sólo podía ser la de Hitler, por consiguiente, para el fin de la comprensión de la URSS estaliniana, la única comparación posible era con la Alemania nazi. […]
Cómo arrojar un dios al infierno: el Informe Kruschov
Un “enorme, siniestro, caprichoso y degenerado monstruo humano”
Si analizamos hoy Sobre el culto de la personalidad y sus consecuencias, leído por Kruschov en una reunión a puerta cerrada del Congreso del PCUS, y célebre después bajo el nombre de Informe Secreto, un detalle llama inmediatamente la atención: estamos en presencia de un discurso reprobatorio que se proponer liquidar a Salin en todos los aspectos. El responsable de tantos crímenes horrendos era un individuo despreciable tanto en el plano moral como en el plano intelectual. Aparte de despiadado, el dictador era también ridículo: conocía el campo y la situación agrícola “solo a través de las películas”, películas que por los demás “embellecían” la realidad hasta el punto de hacerla irreconocible. […] El despiadado déspota había carecido hasta tal punto de escrúpulo que se sospechaba hubiese tramado el asesinato del que era -o parecía ser- su mejor amigo, Kírov, para poder acusar de este crimen y liquidar así uno tras otro a sus opositores, reales o potenciales, verdaderos o imaginarios. La despiadada represión tampoco se había cebado solamente con individuos y grupos políticos. No, ésta había conllevado “las deportaciones en masa de enteras poblaciones”, arbitrariamente acusadas y condenadas en bloque por connivencia con el enemigo. ¿Habría al menos contribuido Stalin a salvar a su país y al mundo del horror del Tercer Reich? Al contrario -apremiaba Kruschov-, la Gran Guerra Patriótica se había ganado pese a la locura del dictador: que inicialmente las tropas del Tercer Reich hubiesen conseguido penetrar tan profundamente en el territorio soviético, sembrando tanta muerte y destrucción, fue solamente a causa de su imprevisión, su obstinación y su ciega confianza en Hitler.
[…]
Habían transcurrido apenas tres años desde las manifestaciones de aflicción provocadas por la muerte de Stalin, y tan fuerte y persistencia era todavía su popularidad que, al menos en la URSS, la campaña lanzada por Kruschov encontró inicialmente una “fuerte resistencia”:
“El 5 de marzo de 1956, en ocasión del tercer aniversario de su muerte los estudiantes de Tiflis salieron a la calle para colocar flores en el monumento dedicado a Stalin, y este gesto en honor a Stalin se transformó en una protesta contra las deliberaciones del XX Congreso. Las manifestaciones y asambleas continuaron realizándose durante cinco días, hasta que la tarde del 9 de marzo, se enviaron tanques a la ciudad para restaurar el orden”
Quizás esto da cuenta de las características del texto que estamos examinando. En la URSS y en el campo socialista se estaba librando una enconada lucha política, y el retrato caricaturesco de Stalin servía perfectamente para deslegitimar a los “estalinistas” que podían hacer sombra al nuevo líder.”
Losurdo, D., Stalin. Historia y crítica de una leyenda negra, Ediciones de Intervención Cultural/El Viejo Topo, España, 2008, pp. 20-27
